Dejar las luces encendidas, comer mientras haces compras online o perder las llaves del coche: estas son situaciones cotidianas que pueden llenar nuestros días de estrés.
Durante las vacaciones, especialmente, hay mucho por hacer: disfrutar momentos especiales, encontrarse con seres queridos, asistir a eventos y planificar comidas. Sin embargo, con una agenda (muy) llena, es común sentir la presión de cumplir con múltiples tareas, ya sea para satisfacernos a nosotros mismos o a los demás.
Pero, ¿te has detenido a pensar si toda esta prisa te hace sentir realmente bien?
La prisa es un hábito arraigado en avidya, que en la filosofía ayurvédica se refiere a la ilusión o falta de claridad.
A menudo, tendemos a creer que en el futuro encontraremos un lugar pacífico donde nos sentiremos realizados, donde viviremos una vida de satisfacción. Imaginamos que esta existencia idílica está al alcance de nuestra mano, pero primero debemos completar una lista interminable de tareas pendientes. Sin embargo, la realidad es que la lista nunca se acaba.
¿Sabías que esta lista es, de hecho, la vida misma?
Siempre habrá más que hacer y más por experimentar. Así que, al apresurarnos de un momento a otro, simplemente restamos valor al regalo del momento presente. Cuando nuestra mente está constantemente adelantada, habitando en algún futuro imaginado, esto va en contra de santosha, que es el estado de satisfacción y contento.
Por ejemplo, cuando comemos apresuradamente, nuestro sistema digestivo se ve afectado, lo que resulta en una mala absorción de nutrientes y un agni debilitado (fuego digestivo).
Vivir apresuradamente equivale a una vida a medias, donde las experiencias únicas se desperdician y son arrastradas por la corriente de la vida, sin ser verdaderamente saboreadas ni asimiladas.
La prisa es un exceso de rajas.
Rajas se refiere a un estado de hacer más que de ser. Es la energía de la acción, el fuego que nos impulsa hacia adelante. Sin embargo, si nos encontramos perpetuamente en un estado rajásico, siempre en movimiento a toda velocidad por la vida, es probable que terminemos en un estado de tamas en poco tiempo. Tamas es la respuesta del cuerpo-mente al exceso de rajas, y se manifiesta como agotamiento e inercia, lo que conduce a la postergación, la enfermedad y el estrés.
¿Cuál es la raíz de esta compulsión por la prisa?
A menudo, se debe al simple malentendido de que no somos suficientes, de que de alguna manera estamos incompletos o no hemos alcanzamos una meta. Esto nos lleva a sentir la necesidad de lograr constantemente cosas en la vida para demostrar nuestro propio valor a nosotros mismos o a los demás. Sin embargo, la validación externa solo nos ofrece una satisfacción temporal y superficial. Siempre sentiremos la necesidad de hacer más para obtener la aprobación que no nos estamos dando a nosotros mismos.
Pero hacer más y más no nos hace más completos. Por el contrario, nos lleva a sentirnos abrumados, atrapados en una relación de carencia con el tiempo: siempre hay más por hacer y nunca parece haber suficiente tiempo para hacerlo. Nuevamente, esto es avidya, un estado de ilusión. Nuestra relación con el tiempo es simplemente una función de nuestra percepción.
La clave está en decidir estar en el momento presente.
Al decidir estar verdaderamente presentes en lugar de solo hacer las cosas, y al aprender a apreciar y digerir completamente cada experiencia, descubriremos que hay tiempo de sobra...
...porque comenzaremos a sentirnos satisfechos con el ahora. Y entonces podremos ganar impulso con este estado actual de satisfacción, en lugar de buscar algún estado futuro de gloria en el que permitirnos experimentar la alegría.
Entonces:
¿Cómo podemos empezar a desconectarnos de la compulsión por la prisa?
¿Cómo podemos llegar a un estado de presencia sabiendo que el ahora es todo lo que tenemos?
¿Cómo podemos recordar nuestra propia plenitud?
Cultivando sattva: dulzura y sencillez.
Despejamos nuestra mente con un poco de respiración consciente y unos 15 minutos de meditación cada mañana. Luego, establecemos algunas intenciones claras con respecto a lo que es importante para nosotros.
Primero, consideramos cómo queremos sentirnos.
¿Frenéticas o equilibradas?
¿Apuradas o relajadas?
¿Exhaustas o alegres?
Y a partir de ahí, orientamos nuestro día hacia actividades que respalden esas intenciones.
A medida que avanzamos en nuestro día, recordamos siempre el valor del momento presente, porque la vida es simplemente eso: el momento presente. Completamos nuestras tareas cotidianas con dulzura, disfrutando de lo mundano y haciendo un buen trabajo con la tarea que tenemos entre manos.
Confiamos siempre en el proceso de la vida. Todo lo que tiene que suceder, sucederá. Todo está bien aquí y ahora.
Espero que encuentres útiles estas reflexiones sobre vivir conscientemente.
¡Que tengas un día lleno de paz y presencia!
Buenas noches!! Así es, creemos que a nosotros nos queda aún mucho tiempo y que ahora es el momento de conseguir cosas para después descansar y disfrutar, pero eso puede no llegar pues ese poder de saber el futuro no lo tenemos y todos somos iguales, a todos nos puede pasar algo en cualquier momento tengas la edad que tengas. Por eso para respira, siente y llenate de paz. Es lo único que te llevaras. Namaste.